LAS PRIMAS SE HUNDIERON
Las primas se hundieron en los hondos baúles.
Las bailarinas se ahogaron en los espejos.
Hubo una música que vino a destruirlo todo.
Quedaron restos de amores por las baldosas.
Un recuerdo de ausencia brilló por la ventana.
El extravío se asomó por la puerta.
Los labios de la abuela se llenaron de ajenjo.
Le vendieron las armaduras mientras ella dormía.
Quedó distancia lívida en los tapices.
Fue cayendo lentamente a oscuras el oxidado sueño.
Al amanecer sólo quedaba verdor y tristeza.
Los muebles se tiñeron de verde.
Los bargueños se colorearon de desdicha.
La pasión de las mujeres oscureció las cortinas.
Lobos grises meditaron en las salas vacías.
Seres de silencio hicieron el amor con las muchachas inciertas.
Las plantas inyectaron todos los ámbitos.
El polvo del desvarío cubrió todas las colchas.
En un día azulado surgieron árboles blancos en el jardín.
Un sol purpúreo se acercó a ellos ciegamente.
Y la vieja Sonámbula se enlazó con el Extraño.
DESNUDA EN LAS BALDOSAS
Publicado
en Fronterad
Cuántos sobres de sopa podrás tomar aún
mientras esperas a que la vida te secuestre y te deje.
Cuántas salchichas freirás
antes de que un amante te estropee la colcha
con las colillas sin apagar.
Cuántas veces aún vas a fregar los platos
con el estropajo Scotch-Britte
antes de que digan que la vajilla pálida
está irremediablemente rota,
y venga tu abuela coja a decirte que has fallado,
que has olvidado desplegar las sábanas,
antes de que ese whisky que tomas al crepúsculo
tenga sabor a muerte y a ausencia sin remedio,
y que las manos se hayan ido,
y el cuerpo deje un fantasma pesado e interminable
con el que tropiezas en todas las esquinas,
antes de que olvides ponerte el camisón
y te duermas desnuda en las baldosas
y salgas al balcón como una novela mal escrita.
Cuántas fregonas aún utilizarás en tu suelo
hasta que no haya nada que limpiar porque no veas nada,
porque se han llenado de lluvia tus ojos ateridos
y los amores como mondas queden bajo los muebles.
QUÉ HACER CON EL AMOR
Selección
Día Mundial de la Poesía en Segovia
¿Qué hacer con el amor
si pone azules los bosques,
si vierte noche en los labios,
si hace callar a las ciudades extáticas?
¿A dónde llevar los labios
si no pueden cargar la ausencia,
si no saben fermentar la nostalgia?
¿Dónde poner los ojos
si todo tiene espuma y adiós?
¿Qué hacer con las palabras
si todo está lleno de fiebre, de olvido,
si todo cuanto puede decirse estalla en las tardes,
si noviembre es un hálito que huye?
¿Qué hacer con el mar
si todo el entusiasmo sube en las olas,
si toda la gloria baja con la arena,
si todos los naufragios han sido ardientes?
NOSTALGIA DE LAS PELÍCULAS
Tengo nostalgia del mar
De lo que contaba mi abuela
De unas cuantas calles de Barcelona
De trescientas copas de aguardiente en aldeas de Galicia
De un barco que solté una vez en un charco
De todas las palabras de Rimbaud
De quinientas ventanas observadas en el invierno
De rostros desdibujados detrás de los cristales
De tantas tardes de verano desaprovechadas
De cuando yo era un ser humano y de cuando no lo era
De los cazadores que se perdían en un bosque en una alfombra
De dos amantes azules dibujados en un plato de Macao
De las películas de todos los domingos
Y de aquella que mi tía no me dejó ver
SI TE ENCUENTRO EN UN PARQUE
Accésit
Premio San Clemente, Santiago
Si te encuentro en un parque por la noche,
arropada por los rumores de los estanques,
preocupada por encender fanales grises,
si te encuentro en un bosque de faroles
donde las hojas secas recorran las calles muertas
en busca de los pájaros perdidos en las ventanas,
una ciudad donde llueva, donde nieve sin saberlo nadie,
si te encuentro en una noche profunda
de una ciudad oscura y legendaria,
si te encuentro en una calle vacía
donde los trozos de mis palabras te busquen por aceras,
si te encuentro no diré nada, dejaré que la música de Chopin
siga sonando en el parque iluminado,
dejaré que en el banco siga durmiendo algún niño,
dejaré que un gato gris sobre la pared medite
con los ojos fijos de blanco en tu rostro de niebla,
dejaré que caiga la luna sobre las piedras tristes,
dejaré que se rompan recuerdos sobre las fuentes sucias.
NADIE PODRÁ EVITAR
Publicado
en La Estafeta Literaria
Nadie podrá evitar que dé testimonio
de ti,
mundo de pájaros de verano
rodeados de silencio,
de gritos de niños y de inmensidad
presentida,
mundo parado en horas satisfechas
de sí mismas,
con la íntima convicción de su derecho
a existir.
Mundo que viene de muy lejos, mundo
lleno de hechizo y calma
para susurrar al oído su realidad
misteriosa,
mundo imposible y real.
Nadie podrá evitar que siga viendo
horas flotar,
ruidos suspendidos en el silencio
como si fueran
otra forma de silencio.
Y que me sienta embargado
en este mundo,
perdido como una hoja en el aire,
escuchando el latido
del todo.
Nadie podrá evitar que todo caiga
con fuerza
y que su estruendo me despierte.
Nadie podrá evitar que coja
mi existencia,
que la pasee como a un perro
por las calles,
que la exhiba como un vestido
en las mañanas,
que me la quite y la vez
a contraluz,
aunque nadie la mire
nadie podrá robarme la existencia.
Nadie podrá evitar que yo recoja
gritos de pájaros
como recoge monedas en la mano
algún mendigo,
nadie podrá evitar que yo los mire
curiosamente
como se miran los regalos que ya no se
esperaban.
Nadie podrá evitar que mire todo
como un rey mago
que llega de lejanas tierras para darnos
una sorpresa,
nadie podrá evitar que toque todo
y que lo exhiba
a los ojos de mi alma como una joya
interminable.
MI ABUELA EN EL BALCÓN
Publicado
en Barcarola
Mi abuela me dijo que en el balcón
no cabían todos los pájaros,
que sobraban remotas golondrinas,
que tendríamos que quitar bicicletas de vagabundos,
que había que colocar silencios en los baúles,
acomodada en el balcón tomaba ron y se acordaba de las mañanas de
Prusia,
de cuando caminábamos los dos melancólicamente por Dresde,
y tiramos deseos al Elba,
me hablaba de aldeas hundidas en los embalses de Galicia,
de pinos que se habían echado hacia el fondo del río,
de cuando tejía aquellos tapetes violeta
que no sabía como regalarme,
mi abuela tenía todas las enfermedades de la nostalgia,
sacaba uno a uno todos sus frutos,
me decía que las tristezas iban a perfumar el balcón,
que vendrían niñas de Trieste a comprar ramos de tristeza,
que los tirarían al Adriático como si fueran sus bodas podridas,
que irían a preguntar a Claudio Magrís en el café San Marco
sobre los ojos como callejones de mi abuela,
a veces se paraban viejos violinistas al pie del balcón
para contemplar como caían naranjas de los ojos de mi abuela
cuando ellos equivocaban las notas,
decían que ellos habían equivocado sus vidas,
que deberían haber tocado cualquier otro instrumento,
mi abuela seguía pensando en la guerra de Cuba,
pero al anochecer despertaba y me daba sus mejores recuerdos,
frescos y ovalados como magdalenas,
llenamos de cachivaches y emociones el balcón,
nos acordamos de balcones en Venecia y de las viejas canciones
y de las historias de lord Dunsany,
imaginamos que había arañas de recuerdos
que fabricaban hilos de memoria para vender en Oriente,
mi abuela y yo lo creíamos todo,
incluso creíamos que en los camiones de Patagonia alguien pensaba en mi
abuela
y
en mí en el balcón,
creíamos que podríamos encontrar la verdad en un balcón de Buenos Aires,
que Borges nos iba a acompañar con sus dudas en una calle de milonga
y nos iba a dar pasiones en el viento,
pensamos en la muerte de los primeros saxofones,
en la agonía de los concertistas de jazz,
y en que nosotros la consumiríamos,
nosotros creíamos que si un día íbamos a Nueva Orleans y nos lo
contábamos todo en
un
balcón,
o escuchábamos un saxo moribundo en lo más lejano del barrio francés
ya tendríamos combustible para todos los inviernos sucesivos.
TUBÉRCULOS DE SUEÑO
Tubérculos de sueño se buscan bajo tierra,
fantasmas locos, sombras de últimos otoños,
debajo de la tierra te busco para besarte,
me arrastro bajo tierra para encontrar tu pelo,
la máscara del amor dormía en los armarios,
mi mano encontraba la tuya en el día más sombrío,
nos buscábamos bajo tierra bajo millones de hojas,
soñé para ti que tocaba pianos en las cuevas,
me hice un tubérculo verde que soñaba contigo,
en todas las orquestas se ocultaba mi rostro
para raptarte cuando acabaran los valses,
estaba con las raíces enviándote vino
a través de las venas por las plantas sonámbulas,
fuimos dos tubérculos que extendimos los tubérculos bajo tierra,
que nos adivinábamos detrás de los restos de las músicas,
yo maduraba para ti cuando caían todas las lluvias,
cincelaba un regalo para ti,
un puñal oxidado que llevaba tu nombre,
durante mil inviernos olvidé como te llamabas,
pero me arrastraba con raíces ciegas hacia el suelo de tu casa,
como un tubérculo obstinado para extender los dedos hacia tu
lecho.
(c) Antonio Costa Gómez
Salamanca
España
* selección del libro Los camiones de la Patagonia (poemas enviados por el autor para publicar en la revista Archivos del Sur)
Ediciones en Huida, Sevilla, 2019
Antonio Costa Gómez
Nació en Barcelona en
1956, creció en Lugo.
Estudió Filología Hispánica e Historia
del Arte en Santiago de Compostela. Fue profesor de Literatura en enseñanza
media. Viajó por más de 50 países.
Publicó libros de todos los géneros
: “Revelación” (prólogo de Ernesto Sábato), “El tamarindo”, “Las
campanas”, “La reina secreta”, “La seda y la niebla”, “Las fuentes del
delirio”, “La calma apasionada”, “Mateo, el maestro de Compostela”, “El
fuego y el sueño”, “El huevo”, “El misterio del cine”, “Los camiones de
Patagonia”.
Apareció en antologías: “
Florilegium, Poesía española última”, Selecciones Austral, “Elogio de la
diferencia”, Cajasur.
Ganó algunos premios: “Estafeta Literaria”
1976, Ministerio de Cultura en Madrid 1981, Amantes de Teruel 1985, Día
de la Poesia en Segovia 2012, Accésit
San Clemente Santiago 1984, Finalista Casino de Mieres 1990, Finalista Ciudad
de Sevilla 2016…
Estuvo entre los finalistas
del Premio Nadal 1994 con “Las campanas”
, del Premio Herralde en 2014 con “El misterio del cine”, del
Premio Azorín en 2018 con “El saber apasionado”.
Colaboró en muchos
diarios y revistas: “La Voz de
Galicia”, “El Progreso”, “ABC”, ”Córdoba”, “El Correo Gallego”, “La
Estafeta Literaria”, “El coloquio de los perros”, “Cuadernos
Hispanoamericanos”, “Barcarola” ,
“Ideal” de Granada, “Diario 16”,
“Visor”, “Entretanto Magazine”, “El Malpensante” ….
Tradujeron su novela “La calma
apasionada” al francés y al rumano.
Vive en Salamanca, España.
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