Se marchitan
Las rosas se marchitan cuando se aleja,
añoran la luz de su mirada.
El jardinero, perdida la alegría,
recoge pétalos y hojas secas
en los jardines de las catedrales.
Recuerda el bullicio de pasadas primaveras,
sueña con una vida a borbotones,
recuerda la gente paseando.
El otoño desviste la flora del mundo,
las aves tristes nos miran desde su rama,
refuerzan los nidos para el invierno.
Todos los días se llora en el camposanto.
El jardinero triste sepulta coronas de flores.
Durante el otoño, recuerda
cómo fueron las cosas
no ha tanto tiempo.
El pájaro visitante
Tengo un pájaro visitante de mi balcón.
Un movimiento brusco desde la ventana sirve para expulsarlo.
Últimamente me cuesta espantarlo, se está acostumbrando a mí
o me ha perdido el respeto
o el temor que toda criatura nos debe tener, se ha perdido.
Sin querer yo.
Sin pretenderlo él.
Reconozco que me irritan esas libertades que se toma con mis macetas.
Tomé una él escoba dispuesto a defender mi reducto.
La consecuencia.
Un tiesto roto y este odio tomando forma contra los pájaros de ciudad.
Las aves adaptadas
Hay aves adaptadas a los tejados de los
pueblos, sí, también a las urbes grandes.
Gorriones y palomas.
El infierno desatado.
Las cigüeñas más religiosas,
espirituales o, al menos, las más creyentes, utilizan los campanarios, los
minaretes; otras, los postes de la luz, del telégrafo, de los árboles, o la
corona del reloj de una plaza para anidarse.
Dirigen displicentes
sus miradas hacia los que están abajo, chascan sus picos, tal vez
desaprobándonos, tal vez mofándose.
A veces van un tanto
sueltas.
Sobre aves y otros
animales
Yo, que por convicción sostengo mi
condición carnívora, no llego a comprender cómo algún mamífero y algún ave se
han parado cerca de mí.
Obviándome.
Eso me llevó a una crisis existencial
de las duras, pues me dió por pensar que,
o no me veían o no les daba miedo.
No sé cuál de las dos
me causa más desazón.
El ser un ente
invisible.
El ser un ser sin
importancia.
El ser un ser que no da
miedo.
Se van a enterar, estoy
decidido a comprarme una escopeta de perdigones.
Al menos haré mucho
ruido.
Felipe Fernández Sánchez (por él mismo)
Vine al
mundo en Madrid mediado el siglo veinte, por azares del destino terminé
trabajando en el mundo bibliotecario. Sin motivo aparente, soy de los que
disfrutan leyendo: al poco tiempo, con una chispa de ingenio a lo que soy
proclive, me percaté de que eso era lo mío, aún me acuerdo cuando descubrí Bartleby
el escribiente de Hermann Melville cuando lo colocaba en su lugar.
Pasado el tiempo me dio por escribir, fruto de ello es el
blog “Inverosímil_felipe” http://inverosimilfelipe.blogspot.com.es/ en el que consigo comentarios amables de
familiares y amigos. Item más, se me ocurrió lanzarme a Internet y han tenido a
bien publicarme pequeños relatos en Sci-Fdi, Prosofagia, Planetas Prohibidos,
Ariadna rc , Letralia Tierra de Letras, Palabras Diversas, Axxon, El coloquio
de los perros, Monolito y Triadae.
Además han salido poemas en las revistas Ariadna rc, Almiar
margencero, Destiempos, Palabras Diversas, Letralia: Tierra de Letras,
Viceversa Magazine, Alhucema, Nagari, Sol negro y Archivos del sur.
Colaboraciones en libros electrónicos:
Una colaboración en Doble en las Rocas en conmemoración de
los 19 años de Letralia Tierra de letras. ( Sigüenza)
El relato “El bibliotecario” para los veinte años de
Letralia Tierra de letras.
En twitter: https://twitter.com/mediaorella
En facebook: http://www.facebook.com/felepeefe
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